Fatiga crónica

Se trata de un proceso discapacitante y complejo consistente en un cansancio extremo para el que no se halla una explicación coherente ni se soporta en afección médica alguna. El cansancio puede empeorar con el ejercicio o la actividad mental y no mejora con el reposo.

La situación también es conocida como “enfermedad de intolerancia al esfuerzo sistémico” (SEID) o “encefalomielitis miálgica” (EM). Esta doble denominación se abrevia como ME/CFS. La prevalencia no está cuantificada en España pero extrapolándolo de los países vecinos podría estimarse entre el 1% y 1,2% de la población.

La Clasificación Internacional de Enfermedades Neurológicas de la OMS (CIE 10), incluye el Síndrome de Fatiga Crónica (apartado G. 93. 3), dentro de la categoría de las enfermedades neurológicas (como asimilada a la Encefalopatía Miálgica), y “no hay motivo para rechazar el tratamiento en todos y cada uno de los Estados Miembros y por ende de la Comisión Europea (EMA-CE), aduciendo la supuesta inexistencia del trastorno como venía ocurriendo, ya que se trata de un  proceso neurodegenerativo de base neurológica y no psiquiátrica”.

Se desconoce la causa de esta enfermedad que no mejora con el descanso y que confina al paciente en la cama. Otros síntomas acompañantes consisten en dificultad para dormir, dolor, mareo o sensibilidad a la luz y alteraciones cognitivas para concentrarse, pensar, memorizar, planificar… 
Algunas personas pueden nacer con una predisposición al trastorno aunque existen diferentes teorías, desde infecciones virales, alteraciones inmunitarias y desequilibrios hormonales hasta estrés psicológico, aunque podría tratarse de una combinación de varios de ellos.
El síndrome de fatiga crónica puede acontecer a cualquier edad, preferentemente entre los 40 y 50 años, siendo mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Puede estar causado por trastornos del sueño como el insomnio, la amnea obstructiva del sueño, el síndrome de piernas inquietas u otros problemas como la diabetes, anemia o hipotiroidismo, afecciones cardiacas o pulmonares y trastornos mentales como depresión, ansiedad o esquizofrenia…

Las personas afectadas se ven limitadas en todas las actividades básicas de la vida diaria, tanto de carácter social y familiar como escolar o profesional.

El diagnóstico es tardío y no hay una prueba concreta para confirmar el síndrome de fatiga crónica. Se necesitan una variedad de exámenes médicos para descartar otros problemas de salud que tengan síntomas análogos. En la actualidad, un test sanguíneo experimental que consiste en medir la respuesta al estrés de las células del sistema inmunitario está dando muestras precisas y consistentes de su utilidad en el diagnóstico del síndrome ME/CMS.

La Estimulación Magnética Transcraneal profunda (deepTMS) de carácter repetitivo es capaz de suministrar pulsos de energía electromagnética con suficiente penetración cerebral para modular los circuitos, neuronales presumiblemente afectados en esta enfermedad, novedad que se ha sumado en los últimos tiempos al escaso arsenal terapéutico para el manejo de este proceso.  

La aplicación de 20 días de estimulación a lo largo de cuatro semanas sobre la corteza prefrontal dorsal-lateral izquierda (DLPFC) a través de una bobina denominada H-Coil, proporciona una buena respuesta a los síntomas del síndrome de fatiga crónica. 
El cansancio y las mediciones clínicas, psicofísicas y del estado de ánimo, se evalúan mediante test psicométricos antes y después de finalizar el tratamiento, encontrando respuestas estadísticamente significativas. 
Esta mejoría se fundamenta en la posibilidad de haber inducido modificaciones en la neuroplasticidad cerebral. El tratamiento  es bien tolerado y no se producen efectos secundarios significativos.